Mírame.

"Mírame. Mírame. Mírame" susurraba para mis adentros. ¿Cuantas veces había oído decir "Una mirada vale más que mil palabras"? Muchas. Pero de que me servía si nunca me mirabas. No podía decirte que me muero si no estás cerca, que me hundo cuando no te veo o que te quiero sin ni siquiera conocerte.
Odio el amor. Lo odio con todas mis fuerzas, (y bueno, con todas mi debilidades también). No hay cosa a la cual más odie. Sufrimiento. Es lo único que me transmite. Dolor, mucho dolor. Verte marchar con una sonrisa en los labios, sin ser causada por mí. No poder transmitírtelo todo en una mirada.

Como me gustaría preguntarte: "¿Te puedo besar?" y hacerlo. No quiero morir sin poder hacerlo. Por que cada minuto que paso mirándote mi corazón va perdiendo el ritmo. Pierde el ritmo, la esperanza y la noción del tiempo.
Mírame, por favor, mírame aun que sea por primera y última vez. Y lee mis pupilas desquebrajadas por el dolor. Mírame, solo una vez y prometo que no pensaré más en ti si lo deseas, pero romperé la promesa en el mismo segundo en el que hablo.

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